sábado, 12 de junio de 2010

Rebuscada tu respuesta, tanto como tu cabeza, tenía que ser mujer. Eras un rompecabezas disfrazado de princesa, eras puro rocanrol. Como toda señorita, eras bien histeriquita. Eras una ola en el mar. Siempre cinco para el peso, siempre abrazo, nunca un beso, y ahora ni torta ni pan. Sólo me quedan recuerdos de ese sueño momentáneo, viejos tiempos de adicción. A planteos poco cuerdos, al placer del desengaño, a la dulce confusión.